La luz de los números

El viaje a Lourdes, como era previsible, ha resultado espectacular. Para empezar, los 920 Km. que hay de distancia entre Valencia y Lourdes se han pasado en un suspiro; tanto a la ida como a la vuelta. Viajar con nuestra brujita Khira te da una tremenda sensación de seguridad, dado que los Mensajeros se ponen a su servicio en todo momento. Por otra parte, el trío integrado por Khira, Deportista y Dinámico amenizan el viaje a cualquier mortal. Sus comentarios, sus ocurrencias y sus karaokes hacen que el tiempo transcurra en un pispás. Y si no hay nada mejor que hacer, simplemente con escuchar la música seleccionada para la ocasión, y que te eleva espiritualmente, hace que el viaje sea una delicia. Yo, como conductor, por momentos, tenía la sensación de que nuestro coche iba flotando en una nube, envuelto en una campana de rayos de sol. Se deslizaba muy suavemente y parecía que iba con piloto automático, sin que yo tuviera que realizar el menor esfuerzo. Después de haber realizado como conductor más de 500.000 Km. a lo largo de mi vida, puedo asegurar que nunca he tenido una sensación similar.

En cuanto a Lourdes, la primera impresión es una obviedad: allí hay mucha gente. Y si esto ocurre es porque hay algo especial que no se encuentra en otros lugares. Con independencia de las connotaciones religiosas, allí fluye la energía en cantidades industriales. Y pude ser testigo de varios hechos que lo corroboran. En segundo lugar, hay que destacar la fe de toda esa gente que acude allí; sobre todo, de los cientos de enfermos (muchísimos de ellos seriamente enfermos) y transportados en carritos o, incluso, camillas, arrastradas por cientos de voluntarias de todas las edades y de todos los países y con la colaboración de otros familiares. Acuden allí desafiando todas las dificultades que supone su traslado, teniendo en cuenta su condición física, en muchos casos desde lugares remotos y soportando, además, las inclemencias del tiempo. Aunque de allí, lógicamente, no salen curados, por lo menos, yo creo que salen aliviados y con más fuerza para poder sobrellevar la pesada cruz que les ha tocado soportar en esta vida. Ello mueve a la meditación a los que estamos, más o menos, sanos; ya que, ver a toda esa gente en esas condiciones, nos debe servir para valorar y apreciar nuestra calidad de vida y para comprender que no tenemos derecho a quejarnos por nimiedades.

Allí todo transmite una emoción especial: participar en la procesión de las antorchas, que, además, te permite conectarte directamente con la energía que allí se genera, dar la vuelta a la montaña del Calvario, admirando las fabulosas figuras que integran la representación de cada una de las estaciones del Vía Crucis, el comportamiento de la gente, que es magnífico y muy respetuoso, algo difícil de encontrar en estos tiempos que corren y que no se suele apreciar en otros lugares, etc., etc.

Agradezco a Khira, a Deportista y a Dinámico que me hayan brindado la oportunidad de acompañarles y disfrutar de este viaje tan especial. Después del palizón que nos hemos dado, en tan sólo tres días, el cansancio no ha hecho ni amago de presencia en mi; algo increible, dado que uno tiene ya cierta edad. También, un recuerdo cariñoso para aquellas personas que no han podido venir y que, sin embargo, nos han acompañado espiritualmente y han estado “conectadas” en el momento mágico de la procesión de las antorchas.

Por lo que a mi respecta, estoy seguro de que repetiré la experiencia, ya que, como dice Khira, quien pasa una vez por Lourdes, vuelve.

Leo Kármico